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Un sueño cumplido es como una obra de arte. Primero lo imaginas y tratas de darle una forma en tu mente, luego debes tomar las herramientas necesarias y esculpir con tus propias manos esa obra, justo como la imaginaste.
El resultado puede ser asombroso, porque dependiendo del esfuerzo y cariño que le pongas, puedes llegar a apreciar la inmortalidad de ese sueño: tu legado. Así es como Juan Carlos Serrano Aguilar ha materializado un sueño que aún se está esculpiendo.
Gracias a su proyecto de emprendimiento, La Casa del Escultor, Juan Carlos está formando una nueva generación de artistas guatemaltecos. En esta casa de estudios se imparten clases de escultura, pintura, fotografía, música y demás. Todo para dejar una cultura artística en un país que aún no la tiene tan marcada.
Así damos a conocer a nuestra empresa destacada de la semana, dentro del marco del Plan de Digitalización MIPYME en Guatemala. Sin más preámbulos, dejamos que sea Juan Carlos quien nos muestre el interior de esta casa a través de sus palabras.
PREGUNTA: Hola Juan Carlos, es un gusto para nosotros tener esta entrevista contigo. Para iniciar nos gustaría saber un poco más de La Casa del Escultor. ¿A qué se dedica exactamente?
RESPUESTA: Yo soy escultor guatemalteco. Tengo 32 años haciendo escultura, pues comencé a los 6 años de edad. Soy autodidacta, pero en el medio artístico ya soy reconocido como uno de los escultores de Guatemala, ya que domino la anatomía.
Hace unos 15 años que doy clases, pero hace cuatro años se me vino a la cabeza la idea de poner una galería, museo y academia personal. A esto se le suma que para lograrlo yo debía tener un espacio grande, entonces logré conseguir un espacio aquí en zona 1 de la ciudad capital.
Aquí en el Centro Histórico de Guatemala es permitido nombrar las casas cuando conservan su estado original y son coloniales. Por eso le puse a la casa un rótulo en la pared con el nombre “La Casa del Escultor”.
Realmente la casa del escultor es mi casa, pues es un espacio en donde yo vivo, entonces literalmente es la casa del escultor. Pero a su vez tiene una connotación de gestor cultural porque aquí se imparten clases.
La casa es muy grande, así que aquí hay salones grandes en donde impartimos clases de arte y le damos apoyo a la cultura guatemalteca. No soy el único que imparte clases aquí, ya que yo busqué un grupo de maestros con prestigio y renombre. Así conseguí a cuatro maestros de la plástica guatemalteca que dan clases de pintura, retrato y grabado.
Luego, se fueron sumando otros maestros donde ya viene un músico que da clases de guitarra, un fotógrafo conocido en Guatemala y un acuarelista. Entonces el grupo de La Casa del Escultor ya se formó bien.
En Guatemala el arte no paga impuestos, estamos exentos. No obstante yo debo sacar mis facturas personales porque estoy como pequeño contribuyente y obviamente cuando el cliente me pida una factura por mis obras, yo debo dársela. Ahí es donde entra la necesidad de colocar esto como si fuera una empresa.
A la larga esta es una empresa de nombre. No hemos podido patentar nada, ya que en Guatemala es bien difícil lograr introducir el arte. Pero a pesar de eso La Casa del Escultor tiene ya tres años.
En este tiempo ha venido el alcalde de Guatemala, el presidente de la República y han venido embajadores que se suman a las exposiciones cuando La Casa del Escultor da el aviso de que va a abrir sus puertas para el público en general.
Realmente la empresa se dedica a la cultura guatemalteca.
P: Ahora nos gustaría indagar un poco más en tu historia como escultor. ¿Cuál fue ese desarrollo que tuviste para llegar hasta aquí?
R: Yo vengo de la unión de un músico y una pintora. Soy hijo único y mi mamá comenta que a los 6 años ya estaba yo muy hiperactivo e iba a meter las manos siempre a sus cuadros, arruinando la pintura.
Entonces mi abuelita fue a comprar una cubeta grande de plastilina de escultor, me la dio junto con una revista y me dijo “haga esto”. Ahí fue donde se impresionaron, porque yo en unas 4 horas hice la figura que ellos me pidieron, la cual era anatomía.
Esa fue mi primera escultura y la tengo aquí en exhibición. Desde ese momento ellos me empezaron a presionar para hacer escultura todos los días. Entonces yo regresaba del colegio y hacía escultura dos o tres horas diarias.
Ya como a los 16 años aprendí a tallar madera, a los 20 aprendí a esculpir en piedra y como a los 30 años regresé a los inicios, que es la plastilina. Luego empecé a aprender a fundir en bronce y otros materiales.
Esta casa era de Doña Ernestina de León, quien fue una de las accionistas del banco G&T. Ella vivió aquí desde niña, es la casa de toda su vida y yo trabajé muchos años en la Fundación G&T siendo restaurador. A parte de ser escultor, trabajaba en mi profesión, pues soy licenciado en Arte con una maestría en restauración de obras antiguas.
Así que yo trabajaba para la fundación como restaurador de bienes inmuebles y ellos me pagaban para restaurar las imágenes de ciertas iglesias que estaban a cargo de la Fundación G&T. Ahí es donde yo conozco a Doña Ernestina, pues le dieron mi contacto y la hija de ella me contactó para evaluar todo el inmobiliario que estaba en esta casa.
La señora Doña Ernestina falleció y la hija me dijo “tú eres una persona muy recta y me encantaría dejarte la casa”. Hicimos un acuerdo, aún la sigo pagando y aquí estamos.
P: Ya que mencionaste otras técnicas, a parte de la plastilina, nos gustaría saber cómo las aprendiste. ¿Tomaste algunos cursos o tuviste algunas referencias?
R: Yo soy autodidacta. El autodidacta tiene una necesidad de aprendizaje mucho mayor a cualquier otra persona. Por ejemplo, si tú decides aprender escultura, tú buscas un maestro y empiezas a investigar sobre la vida de este maestro y cuál es su trayectoria.
En el caso de los autodidactas, nosotros no estudiamos para esto. No te puedo explicar cómo, pero es algo que ya trae uno. Hay cosas que solo veo cómo las quiero y en mi cerebro empiezo a desglosar todo. Cuando yo llego al taller, digo “ya sé cómo hacerlo”. Entonces lo ejecuto y puedo mejorarlo aún más.
Los autodidactas imponen la técnica para los nuevos que van a estudiar. En mi caso, no sé si así sea, pero lo decía uno de los grandes de la plástica guatemalteca: “las técnicas que yo estoy utilizando, en 100 años van a estudiarse en las universidades de arte”. Porque los autodidactas imponen técnicas para las generaciones futuras.
P: Es muy interesante cómo un autodidacta logró fundar una casa de estudios. ¿Qué técnicas o procesos has desarrollado para enseñarles a tus alumnos?
R: Normalmente el alumno me paga a mí para que yo le enseñe. Ahora por lo de la pandemia no se puede salir, entonces estoy dando clases online. Estas clases son muy personalizadas, es decir que yo estaría dos horas solamente dedicado a tu persona. Por eso yo creé un método de 6 años, que consta de 45 manuales, o sea, uno por mes.
El alumno tiene acceso a estos manuales por medio de un código y estos se van liberando conforme va pagando mes a mes. Este manual va explicando básicamente desde cómo se aprende a hacer escultura hasta cómo llegar a piedra.
Y estoy yo, que me tienes ahí a la par tuya explicándote cómo se hace y cómo no se hace. No me guardo absolutamente nada, porque hasta la fecha tengo 38 años y a esta edad te puedo decir que he tirado demasiado dinero para lograr una técnica.
Cuando un alumno me está pagando, lo que yo hago es ser consciente y digo “no voy a permitir que el alumno pierda dinero y que tampoco diga que le robo”. Entonces lo que yo les enseño es cómo no perder dinero y cómo hacerlo correctamente.
En otros lugares imparten clases, pero el problema es que el alumno tiene 5 años de ir a aprender pintura, por dar un ejemplo. Y si tú le pides que te enseñen las pinturas que hace en su casa, no las tiene. Porque el alumno está acostumbrado a que el maestro meta la mano.
Cuando esto pasa, ¿quién está aprendiendo? El alumno no. Por eso es que yo no meto mis manos en las obras de los alumnos, yo solo paso y les digo “ahí está mal”, “ahí está el error”. Si el alumno no entiende donde está el error, yo me pongo a la par y hago la misma pieza que él para explicarle cómo se hace. Entonces el alumno tiene que arreglarlo o volver a hacerlo.
Yo digo que Dios no me dio nada en especial, porque yo no me siento especial. Yo les digo a mis alumnos que yo tengo lo mismo que ellos tienen, las mismas capacidades y las mismas funciones. Por eso sé que lo pueden lograr.
Yo le doy tanta vibra positiva al alumno, que se lo cree y al final para haciendo escultura.
P: Además de las páginas web que has mencionado, ¿qué canales de marketing utilizas para promocionar La Casa del Escultor?
R: Los otros canales que yo utilizo son Facebook, Instagram, Twitter y Pinterest. Hay un montón de medios que se están abarcando, porque el que es mi curador (es como un manager, pero en el medio artístico se llama curador) me está apoyando y me está diciendo que lo que tenemos que hacer es abarcar todos los medios posibles.
Esto incluye televisión, blogs, noticieros, etc. Para que la marca Juan Carlos S. Aguilar Escultor sea reconocida y eso es lo que ya hemos logrado. Ahora le trabajo piezas muy grandes a municipalidades. Si visitan la casa del escultor se van a encontrar con 42 esculturas que forman parte de mi colección.
Estamos hablando de piezas que son demasiado grandes y son piezas de anatomía. Entonces no es cualquier escultura en la que ves un colochito y que bonito. Yo hablo de que puedo hacer un Cristo bien hecho, a escala natural y súper real. Eso es lo que aquí en Guatemala no hay.
En el Facebook de La Casa del Escultor se publican las clases, todo lo que se imparte, cómo son los cursos y toda la actividad de los alumnos que han venido a la casa. Lamentablemente con la pandemia todo se vino abajo, pues pasé de tener 22 alumnos a tener solamente 3.
Los pagos siguen sumándose, sigo pagando la casa y hasta he pensado en cerrar el proyecto, sin salirme de aquí, claro. Pero no puedo desmayar, todos me dicen que no deje el proyecto, porque tengo 32 años de hacer escultura.
P: Es una situación difícil y has logrado mantenerte en pie. Por eso queremos saber hacia dónde esperas llegar. ¿Cuáles son tus planes para el futuro de La Casa del Escultor?
R: Esta pandemia lo que vino a hacer es que todo el mundo entendiéramos que entramos en la era digital y tenemos que innovar. Yo como artista me pregunté “¿cómo voy a innovar digitalmente? Si yo lo que hago es algo muy práctico en donde tengo que tener a la persona a la par de mí”.
Entonces tuve que invertir hasta en un iPad Pro, un súper celular, una súper cámara, trípode y demás cosas. Todo para poder tener una clase ad hoc y para que tú mires todos los ángulos cuando estás en mi clase.
Se invirtió en una web en la que se explica quién soy yo. Ahí se muestran mis obras, hay videos, medios de búsqueda para encontrarme, hay un espacio donde enseño la galería de artistas invitados y una galería de alumnos. Además se puede comprar obra en línea y clases en línea.
Eso es en lo que he estado trabajando, en no parar la cultura Guatemalteca. Porque un país sin cultura es un país analfabeto. En eso es en lo que nos hemos estado enfocando.
P: Queremos cerrar la entrevista con un consejo de tu parte. ¿Qué les dirías a nuestros lectores para motivarlos a seguir o iniciar su emprendimiento?
R: Si yo tuviera a un montón de gente enfrente y me preguntaran que por qué este emprendimiento está situado en los sitios que mencioné, les diría que estamos entrando a una era digital, donde lamentablemente el cambio lo estamos viendo bien abrupto. No estamos acostumbrados a esto que está sucediendo.
En estos momentos es demasiado importante que nuestro producto esté publicado en la web y tener asesores como Kolau, que siempre envían correos y están al tanto de ayudar, es bueno. Es gratificante ver que hay un espacio que nos está incentivando a que salgamos adelante.
Eso es lo que podría decirles, que no desmayen y no dejen que su negocio caiga, menos ahorita que estamos en una situación tan precaria. Debemos luchar y sobre todo apoyarnos unos a otros, porque si estamos en una olla de cangrejos, jalándonos y no dejando que otros sobresalgan, no es bueno.
Entonces en este momento creo que todos nos debemos apoyar y buscar una salida juntos. Por eso digo que esta opción de Kolau es muy buena, a mí me gustó muchísimo.
Juan Carlos ha fundado y desarrollado un emprendimiento que tiene que ver con lo que más ama y le apasiona. Aunque nació con un gran talento, no quiere decir que no se haya esforzado para lograr este sueño.
La Casa del Escultor es el resultado de años de práctica y perseverancia. Pero en ella no solo se imparten clases de arte, sino que se dignifica a los artistas guatemaltecos y se fomenta la cultura guatemalteca.
Cada semana, destacamos una empresa de Guatemala, en el marco del Plan de Digitalización MIPYME, cuya trayectoria, logros y experiencia son una inspiración para todos nosotros. Es un honor y un privilegio poder acercar estas grandes historias y aprender de ellas.