Según la mitología guaraní, Taú y Keraná, son los padres de los siete monstruos legendarios más conocidos del Paraguay y los protagonistas de infinitas historias de seducción, maldiciones, terror, procreación y cultura popular entre grandes y chicos. Justamente de estas referencias mitológicas ancestrales, indígenas y folclóricas se nutre el emprendimiento que compartimos esta semana como Empresa Destacada en el marco del Plan de Digitalización en Paraguay.
Tau & Kerana es una joven empresa de tapizado de muebles (y muchos otros productos textiles en accesorios) con poyvi, una colorida tela de hilos de origen guaraní que realizan 100% a mano las artesanas paraguayas de Carapeguá.
Emilce Mariño está al frente de este singular negocio. Junto con su abuelita de 92 años y su marido, apuesta por dar a conocer el trabajo artesano de los telares que tanto admira, innovando en el mercado en nichos aún inexplorados con poyvi, y fusionando el amor a las tradiciones con confecciones útiles y modernas que atraigan tanto a jóvenes en las redes sociales como a todos los clientes que quieran crear nuevas historias con sus antiguos muebles.
Emilce comparte las dificultades de desarrollar un emprendimiento de estas magnitudes a la par de sus estudios de ingeniería, su vida familiar de mamá recién estrenada y su carrera profesional. Y aunque admite que no es fácil, nos da algunos consejos para encaminarnos al éxito, a tal punto que Tau & Kerana recientemente recibió uno de los siete premios a las mejores MIPYME del Paraguay dentro del Plan de Digitalización 2019, del Ministerio de Industria y Comercio, la Organización de Estados Americanos y Kolau.
PREGUNTA: Hola Emilce, Bienvenida a esta serie de entrevistas donde Tau & Kerana es protagonista entre las empresas destacadas de la semana. Cuéntanos un poco ¿Cómo surge la empresa y qué los motivó a iniciar?
RESPUESTA: Bueno, ya con Tau & Kerana cumplimos tres años este octubre. Empezamos trayendo productos y retazos de textiles de poyvi [hilo en guaraní] hechos en una ciudad del interior del país que se llama Carapeguá. Allí están las artesanas que hacen telas a mano con sus propios telares.
Lo que hacíamos en un principio era traer los productos ya hechos y los vendíamos. Después, como mi abuela es modista, yo le traía las telas y ella me ayudaba a confeccionar algunos accesorios, para poder tener mayor ganancia. Empezamos entonces a hacer los basureritos para los autos, carteras, termos y productos con cuero y poyvi.
Luego, empezamos a hacer retapizado de sofás con esta tela. Nos pidieron un proyecto para un programa de televisión y allí despegamos. Actualmente, los retapizados es lo que más hacemos porque es lo que más sale.
Nuestra tela es algo tradicional, las artesanas
la hacen a mano.
P: ¿Y por qué ese nombre? ¿Es también guaraní como el poyvi y la tradición de los telares artesanos de Carapeguá?
R: Sí, Tau & Kerana son los padres de la mitología paraguaya. De ellos salieron los siete monstruos de nuestra cultura. Son súper importantes en la mitología guaraní.
Lo que me motivó a hacer este emprendimiento fue justamente que una vez estuve por trabajo en este pueblo de artesanas (casi todas mujeres) [Carapeguá] y me enamoró cómo hacían sus telas a mano. Siempre me ha gustado mucho toda la historia que tiene el poyvi y sus colores.
Me di cuenta de que en ese entonces no había mucho movimiento de esas telas acá en la capital del país. [Emilce está en Fernando de la Mora, muy cerca de la capital Asunción]. No las traían mucho para fusionarlas o trabajarlas con otras cosas, sino sólo en los productos ya terminados de las artesanas. Quisimos innovar y empezar a usar las telas, no como producto terminado, sino como materia prima. Es que nuestra tela es algo tradicional, no hay nada importado, las artesanas las hacen todas completamente a mano. Cada tela es única y sus colores son especiales.
P: Qué bonita esa idea de reinterpretar un producto artesanal para hacerlo llegar a audiencias que quizás no veían otros usos para el poyvi. Emilce, y actualmente ¿Quiénes conforman la empresa?
R: Trabajando dedicados a esto, solo estamos mi marido y yo. Mi abuela sigue haciendo siempre algunas que otras cosas, pero ya no tanto porque es mayor [ríe mientras confiesa] ¡Ya tiene 92 años!
Oh, ¡wow! [risas] Y allí sigue apoyando el emprendimiento familiar…
Sí, en realidad nosotros tenemos casi todo tercerizado. Trabajamos directamente con las artesanas, les pedimos las telas y negociamos con ellas. Nos traemos las telas y luego trabajamos con otros proveedores, como los que nos hacen los termos o las carteras.
Los tapizados, por ahora, también los tercerizamos. Planeamos todo el proyecto con los clientes y los proveedores, escogemos las telas, buscamos los muebles, y nos encargamos de todo, incluso de la garantía posterior.
P: Emilce, y desde que empezaron con Tau & Kerana hasta este momento, ¿Cuáles han sido los desafíos más grandes a los que se han enfrentado?
R: Yo creo que equilibrar el emprendimiento con mi vida personal. Hasta ahora ha sido lo que más me ha costado y la verdad es que influye mucho.
Yo además de la empresa, tengo la facultad, la oficina y mi marido y yo tenemos una nena de 10 meses. Entonces tengo que estar siempre pendiente del emprendimiento, porque si uno no le da su tiempo, yo creo que decae [explica excusándose un poco, sin parecer muy consciente de los súper poderes que tiene no sólo ella sino también muchas otras emprendedoras jóvenes en la actualidad para ganarle tiempo al tiempo].
Decidimos innovar y eso es lo que llama la atención.
P: Pues llevar ese ritmo de vida y tener a flote este sueño de negocio tan original, ya es todo un logro. Sin embargo, ¿Qué es lo que más te ha enorgullecido de Tau & Kerana hasta el momento?
R: Realmente yo como que no me doy cuenta de lo que hemos logrado con el negocio, pero hace poco cuando me llamaron para reconocernos entre las siete mejores MIPYME del Plan de Digitalización del Paraguay, de repente me di cuenta de lo que estamos avanzando. A veces uno necesita que venga gente externa y nos lo recuerde.
La verdad es que lo que estamos haciendo, es una innovación acá. Nadie usó poyvi en retapizado antes. La mayoría de las empresas lo que hacen es revender lo que hacen las artesanas, y eso fue lo que nosotros hicimos en un principio. Pero luego decidimos innovar y eso es lo que llama la atención acá.
A mí me enorgullece y me gusta mucho la cultura paraguaya, entonces, también me gusta mucho el trabajo que hacemos y los resultados que obtenemos.
P: Emilce y ¿Cómo se dan a conocer? ¿Cómo aprovechan el hecho de que tienen productos tan llamativos y coloridos?
R: Nosotros tenemos un negocio ya productivo con un espacio físico, pero vendemos más las cosas por Internet. Para este fin es para lo que más nos ayuda la página web, porque nosotros no teníamos una.
La tienda que nosotros tenemos es una tienda que no está abierta todo el día, sino que es con cita previa. Por Internet y con mi teléfono voy manejando todos los pedidos y el marketing. Desde la facultad estoy posteando en redes y respondiendo a los clientes por WhatsApp. En el local, por los momentos no tenemos a alguien que atienda, todo lo hacemos nosotros mismos, y mayoritariamente en línea.
Además, yo por redes sociales me hago conocer. Estamos en Facebook, en Instagram y en Twitter, pero en Instagram es donde más vendo y donde más interacción tengo con los clientes.
P: ¿Cómo sueles hacer esa estrategia de marketing en Instagram? ¿Por qué funciona tan bien para tu negocio?
R: Bueno, en parte es porque es una red mucho más visual. Además, me pongo como meta por lo menos subir tres publicaciones a la semana en un horario en el que vea que más gente está conectada, es decir, a la noche.
Por ejemplo, publico un lunes y comparo cómo me va en relación con otros días y pues sé cuáles días son los mejores para mis seguidores y cuáles no.
También, generalmente a comienzo de mes, como que todo el mundo tiene plata porque cobró [risas pícaras] y entonces pauto una publicación de los retapizados. Así, personas que no nos conocen todavía la ven y a veces se apuntan de una vez.
Si no estoy en las redes, no podría vender mi producto.
P: Entonces, para ustedes tener presencia en internet es fundamental. Como jóvenes que son, quizá lo ven distinto o más fácil que otros emprendedores más tradicionales, pero ¿Por qué crees que para un emprendedor es importante estar en la web?
R: Es que es tan simple como que si yo no estoy en las redes, para empezar, no podría vender mi producto. Podemos atraer a clientes nuevos con la facilidad que nos da Internet.
Además, no podría estar posicionada en el lugar que estoy ahora, ni nadie sabría de mi trabajo si no utilizáramos las redes sociales.
P: Se trata de ir conociendo a los clientes que te siguen en las redes, ¿verdad? y ¿Qué cosas crees que son clave en tu empresa para diferenciarse de la competencia?
R: Creo que son varias cosas. Primero, que nosotros somos jóvenes y nos entendemos mejor con la tecnología, especialmente al momento de hacer publicidad o de llegarle a los clientes por Internet.
Segundo, está lo que hicimos con la tela y que no nos quedamos en revender productos hechos, sino que innovamos para hacer algo distintivo nuestro. El primer trabajo de retapizado que tuvimos, lo hicimos para un programa de televisión. Supongo que todo el mundo ve eso y nos llaman porque quieren retapizar con la gente que se los hizo a los de la tele.
Además, ahora nosotros vamos a la casa del cliente y buscamos su sofá, o sea, ellos no tienen la necesidad de alzar el sofá en un vehículo y traerlo hasta acá ni nada. Nosotros lo hacemos todo por ellos, pedimos fotos y medidas, vamos y lo traemos. Creo que es también algo que les gusta a los clientes porque no tienen que mover ni un dedo [ríe mientras explica semejante ventaja competitiva].
Generalmente las tapicerías que hay acá son tapicerías de barrio. No ofrecen mucha calidad, en el sentido de que si yo hago un retapizado y el cliente me dice “Acá pasó tal cosa” entonces, yo voy y lo soluciono de inmediato. Tenemos esa garantía a diferencia del tapicero de barrio tradicional.
P: ¿Ustedes han tenido clientes que les han vuelto a comprar o que les refieren a otras personas? ¿Cómo manejan esa fidelización?
R: Sí, claro. Yo creo que esa también es otra de nuestras principales formas de captar clientes, que sería de boca en boca. Por ejemplo, un cliente se va un fin de semana a la casa de su mamá y ve nuestro sofá, y entonces, no sólo vuelven sino que ya recomiendan nuestro trabajo.
Y sí, nuestros clientes vuelven. Puede ser porque su perro fundió el retapizado [cuenta entre risas porque confiesa que le ha pasado], porque se aburren de sus muebles, o simplemente porque quieren cambiar, no necesariamente es porque algo se haya dañado. Siempre nos vuelven a llamar a nosotros.
Otra cosa que influye es que creo que con todos los clientes yo quedo siendo una amiga. Ellos me conocen y ya como que siempre hablamos. Cuando publico cosas en las redes, ellos ya me hablan a mí y no tanto a la marca. Es un trato más personalizado.
Asimismo, implementamos eso de que “el cliente siempre tiene la razón”. Entonces, si hicimos un trabajo y al cliente no le gusta por cualquier motivo, tratamos de que siempre quede conforme, contento y nos aseguramos de darle garantía.
Los muebles siempre tienen historias.
Ése era el mundo de alguien.
P: Emilce, y ¿Cómo manejan el tema de trabajar y hasta cierto punto depender de la producción de artesanas locales? ¿Es un reto para ustedes o una ventaja para los clientes finales?
R: En realidad, uno de los retos es que, al ser artesanía, ninguna tela es 100% igual a la otra. No podemos comprometernos con colores específicos o combinaciones que hayan visto en otros productos. Nosotros compramos los retazos que las artesanas tienen y por eso, por ejemplo, no puedo tener un catálogo para mis clientes.
Entonces, lo que yo hago es tener telas en stock acá en el negocio y dependiendo del proyecto o lo que el cliente quiera, le mando las opciones por fotos para que elija. Separamos, eso sí, las telas que son más similares y que salieron como al mismo tiempo de un telar, y usamos esos retazos que son más grandes y similares en los sofás; así, ninguno quedará desprolijo o con colores muy mezclados.
El tema con los proveedores es difícil. Nosotros compramos generalmente por cantidad. Pero en realidad, acá en el país, a la gente mayor o a algunas personas de los pueblos del interior les cuesta mucho la tecnología.
Carapeguá está a 85 km de la ciudad, y lo que generalmente hacemos con mi marido es irnos a traer las telas. Pero hay que planear todo muy bien, porque no sólo no hay muy buena comunicación allá, sino que hay detalles como que hay que pagarles en efectivo, ya que no te dan la opción de que les puedas transferir el dinero. Por ejemplo, generalmente donde tienen su taller, no tienen techo, entonces si llueve no hay producción. Nos tenemos que adaptar.
P: Claro. Y ustedes viven como entre esos dos mundos, porque siendo chicos tan jóvenes y viviendo en un mundo de tecnología, siguen comprendiendo y apoyando ese lazo que los apega a la tradición y a la artesanía. Pero bueno, también es bonito y se convierte en un valor agregado del negocio, ¿no? Y ¿Qué es lo que más disfrutan ustedes de su emprendimiento?
R: Yo creo que es justamente lo que te comenté de que nosotros ahora no es que tengamos clientes, sino que tenemos amigos. Por la naturaleza de lo que hacemos, cuando vamos a buscar los muebles, te reciben en un hogar y esperan que aportes un cambio en algo importante para el cliente.
Hace un rato mi marido fue a entregar un sofá a un señor, cuya mamá había fallecido, pero que me dijo que ese sofá le recuerda mucho a ella. Entonces, él no lo quería tirar, pero tampoco lo quería seguir viendo en el estado en el que estaba porque lo hacía sentir mal. Así que mandó a retapizar su sofá y quedó súper bonito. Cuando lo recibió me escribió: “Gracias por devolverle la vida”.
Lo que hacemos es más que un simple trabajo, es como que te adentras en una familia y le das vida a algo que ya estaba en desuso o que ya era para tirar. Además, los muebles siempre tienen historias. Ese era el mundo de alguien que ya no está, o te recuerda a cuando tus hijos eran chicos y jugaban allí o cosas así.
Hay que ponerle garra, porque nada es fácil.
P: Claro, ustedes le dan esa nueva vida. Emilce, y además de esas historias y esas experiencias que van ganando con los años, ¿Qué tipo de capacitación han necesitado ustedes para sacar adelante a Tau & Kerana?
R: Empezamos a formarnos en temas especializados de nuestro rubro hace muy poco tiempo. Recientemente ganamos un premio y con lo que obtuvimos no sólo hemos podido hacer un pedido grande de materia prima, sino que también hemos empezado a recibir formación empresarial.
Nos dan capacitación en administración, costos, marketing y procesos. Ahora hasta diciembre estamos con eso. Es de mucha ayuda, y es justo y necesario ese estudio porque los emprendedores lo que más hacemos es mezclar toda nuestra plata, la del negocio con lo personal y se te arma un bochinche ahí [ríe con un poco de vergüenza].
Nos han enseñado a no mezclar nada y también conceptos de marketing. Yo suelo hacer cursos de marketing, pero creo que es muy diferente cuando personas que están en el tema de emprendimiento te enseñan. Por ejemplo, con el tema de costos vino la licenciada y me ayudó a ajustarlos. Mi utilidad no había sido mucha y si no fuera por ese curso no podría estar hablándote así, porque ni sabía qué era utilidad. [ríe contenta y satisfecha].
P: Emilce y ya para cerrar nuestra entrevista nos gustaría que compartieras con nosotros ¿Cómo sueñas que será Tau & Kerana en cinco años?
R: Me gustaría que en cinco años ya tengamos un local más grande y estemos haciendo sofás nuestros desde cero. No sólo retapizar sino también los nuestros propios.
Con respecto a la internacionalización, siempre hay paraguayos que están en el exterior que nos piden termos, banderas y cosas así. Es un sueño expandirnos y poder vender en otros países.
Yo creo que hay que seguir los instintos y no decaer. A todos los emprendedores les diría: por más estúpida que parezca tu idea, tienes que confiar en lo que crees y ponerle garra, porque nada es fácil.
La historia de Tau & Kerana, de la mano de Emilce y sus dos cómplices (esposo y abuela), nos reencuentra con esos emprendedores soñadores que apuestan por fusionar tradición y tecnología, innovación y folclore, y belleza con practicidad. Parte de su andar está en abrirle una ventana digital a la artesanía guaraní y telas de poyvi, a través de sus productos y servicio de retapizado.
“Sin las redes no podría vender lo que hago”, nos confesó Emilce y, como ella, miles de emprendedores hoy en día apuestan por aprender y aprovechar las oportunidades que la digitalización brinda a las MIPYMES.
Cada semana, destacamos una empresa de Paraguay, en el marco del Plan de Digitalización MIPYME, cuya trayectoria, logros y experiencia son una inspiración para todos nosotros. Es un honor y un privilegio poder acercar estas grandes historias y aprender de ellas.